miércoles, 8 de diciembre de 2010

Los girasoles de pasión


Mi mente es un laberinto de emociones y pensamientos urgidos por intentar vencer la indiferencia ante los enigmas que representa tu entidad presente, totalmente ocasional. Buscamos un lugar discreto como escenario para hurtar deleites nuevos a esta ocasión; encontramos el entorno que acabó siendo el propicio para nuestro juego. Fue ese campo de girasoles junto a la Ermita, los girasoles nos envolvieron y ocultarían nuestro secreto. Ellos danzan en esa armónica que invita a vivir lo que de otra forma sería un imposible, lo mas asilvestrado y natural.
El corazón de una persona, no es que no sea constante, o deje de serlo, creo que es intemporal es relativo a nuestra limitada percepción e inteligencia emocional circunstancial. El flujo de las circunstancias produce un laberinto de promociones emocionales inevitables, a la vez, va acompañado por una tenue sensación de reposo en medio de la zozobra y nos produce diferentes tipos de impulsos. El corazón, es un talismán, en esos latidos nos hace saber si nos sienta bien lo que soñamos o anhelamos y, da vida a nuestras aventuras. Los hombres, tenemos demasiados pliegues conceptuales o limitaciones de sinceridad; muchas veces nos hemos discriminado, excluido o despojado de la realidad que hay en el hecho de ir directamente a desabrochar tu pantalón y así, poder llegar al lugar donde está guardado tu secreto; que una vez descubierto llega el momento de hacer saltar todas las emociones que guarda tu piel, mientras quitandote a la vez la camiseta, me dejas ver tus pechos abundantes y aspirantes a las caricias y estímulos. Me miras complacida, y, una leve sonrisa confirma tu agrado, que me da libertad para hacer de tu cuerpo mi campo de ofensiva y estrategia para llegar al placer. Estamos a gusto y queremos prolongar ese momento buscando el mejor acoplamiento para conocer con nuestros sexos, la lascivia que ellos nos reclaman, como el fuego lanza su llama en el juego volátil y luminoso que nos abrasa, haciéndonos soñar que alcanzamos la gloria del goce. Hicimos el amor y desanudamos esos secretos entre girasoles de la pasión, como una nueva travesura.
Vuelvo al principio, a aquel día, que apareciste tú, ahí, lanzándome un halago mortífero y, esta excesiva naturaleza mía se impuso, consumiendo mis entrañas y mi curiosidad, aunque solamente me dijeras: me gustan las cosas que encuentro en tu muro de Facebook.
Te conteste modestamente, desmenucé algunas palabras lógicas y, generosas, para favorecer una comunicación posible. Mi persuasión pervertidora entretejió palabras oportunas que enredadoras te abrieron un paraíso urgente y a la vez prometedor. Un hombre tan pasajero y caprichoso como yo, entro en tu cueva no como un hechicero, sino como un ladrón, que dejo bajo tu almohada el secreto de tus desvelos y ahora inquietudes.
La primera respuesta llegaría esa tarde, en el río, luego en la Ermita de la Virgen del río en Villada, hasta ese momento en la Ermita de la Virgen de la Fuente en Villalón; que en la tierra desnuda, en aquella gloria de un cielo abierto y complaciente, nos desnudamos y sin miramientos nos dimos al placer de nuestros apetitos y albedrío. Tu codiciabas mi cuerpo yo te respondía, dejando en tu piel el mensaje desenfadado del goce.
Ahora, me dices: que distintos pueden ser un día de otros, la misma persona, los mismos lugares, los mismos recorridos pero ya no está la ilusión de que llegue la tarde para encontrarse con lo ¿prohibido?. Señales y, más señales, que nos llevan a emprender otro viaje, ese viaje que tú dices que solo me llevará a mí misma, sí, seguro que tienes razón, ¡una vez leí...! Nacemos solos, vivimos solos, morimos solos y creo que así es.
El tiempo es algo inflexible que no podemos sujetar, para que nos dure un poquito más, para eso tenemos el recuerdo, todo tiene su antídoto, hasta el tiempo. Hoy haré ese mismo recorrido, ese recorrido que hice el otro Miércoles, pero sin salir de mi camino, empezaré en el mismo escenario y seguiré hasta que acabe el día, como la oveja descarriada que vuelve a su redil, pero tendré el recuerdo de tú presencia, tu compañía, tú cariño, los girasoles y otros muchos más que me has dejado y que a veces se convierten en un sentimiento que duele, que ahoga y que te hace volver a preguntar ¿Por qué me ha pasado esto? ¿Por qué a mí? Las emociones te envuelven, se entremezclan y te descolocan totalmente así somos, o, así soy. El corazón es el que manda y sus latidos te llevan por los caminos más insospechados.
Me gusta contestarte y decirte como me veo a mí mismo en relación contigo, claro, soy lo que soy; como consecuencia de mi naturaleza y luego toda la herencia recibida, en mi paso por este mundo, en el que he tenido que resistir, sobrevivir, pero también, he tenido que buscar, encontrar y salvaguardar mi identidad genuina, el verdadero, el propio y, auténtico hombre que soy.
Las relaciones con las personas son motivadas por muchas razones, a cada relación la apoya una motivación, un razonamiento, que puede justificar llegar a algo concreto, “amigos”, “amantes”… etc. Es difícil precisar cuál es la denominación que mejor nos define, pero en nuestra naturaleza sensible y susceptible, capaz de recibir impresiones, está el relacionarnos y, puedo decirte, que me ha gustado conocerte; al principio, estar contigo, explorar todas las posibilidades de tener los mejores estímulos para conocerte y compartir sentimientos, emociones y, hemos profundizando en lo que sentíamos y hemos, abiertamente, desnudado nuestras intenciones, que nos han dado momentos increíbles de gusto y voluptuosidad…, ahora no sabría decirte hasta dónde han llegado mis sentimientos, pero siento por ti algo bonito y auténtico, que no quiero aderezar y desbordar su sentimiento real.